4.1.12

Vuelos largos.


Varias de aquellas películas de ciencia ficción que predecían innovadoras formas de transporte y alimentación, y nos trasladaban a años futuros, tan lejanos como el 2000 quizás, coincidían en algo. Muchas veces veíamos que cuando los personajes iban en sus inmensas naves por el espacio exterior* e iban a hacer un viaje largo, los ponían en unas cápsulas que, por más incómodas y claustrofóbicas que parecieran, hacían dormir a los pasajeros, casi siempre excusado con diferentes razones, pero siempre con un propósito en común: hacerles el viaje más corto.
Cuando uno duerme pasa a un estado hermoso, donde además percibimos el tiempo de una forma totalmente diferente a cuando estamos despiertos. Por ejemplo, y haciendo referencia a lo anterior, en un viaje de 3 años encerrado en una cápsula de dos metros por cincuenta centímetros, creo que la percepción del tiempo sería un poquito más corta si viajamos dormidos.
Probablemente inspirados en estas grandiosas películas, los encargados de programar largos viajes de avión decidieron que, ya que iban a encerrar a un montón de gente en una pequeña cápsula
cerrada a presión y elevada a varios miles de metros de altura, iba a ser menos peligroso si los ponían a dormir. O sea, no es casualidad que entre la cineteca de todas las aerolíneas, TACA, IBERIA, AA, etc., siempre haya películas de Julia Roberts, Hugh Grant, Renée Zellweger y Richard Gere. De una forma muy inteligente, sutil, y sobretodo irónica, está todo pensado para que tu viaje sea lo más corto posible.
El problema es que, por más que en mi son infalibles, hay muchos seres humanos que son inmunes a esos somníferos por diferentes razones como ansiedad, claustrofobia, o un criterio inmundo. Pero de todas formas, creo que el método es bastante efectivo y en cuanto a los que sufren de inmunidad, la pueden combatir con una pastilla para dormir, o en el caso de los últimos, con dos o tres frascos para estar seguros.
Claro que toda esta teoría, todo esto tan ingeniosamente pensado, se nos cae de cara al piso cuando nos fijamos en un detalle bastante significativo: No importa que tan aburrida sea la película, que tan cómodo sea tu asiento, que tanta oscuridad te rodee, en cualquier viaje te puede tocar un niño sentado en el asiento de atrás. Un problema tan simple de solucionar pero que nadie ha resuelto.
Es tan sencillo como dejar en la parte de atrás -bien atrás- una cantidad de asientos previstos para familias con hijos menores de cierta edad, claro que si no fueran ocupados por los niños, estos asientos se venderían de todas formas. 
Yo no me ofendería si fuera la madre. En lugar de estar sufriendo horrible -como todos hemos visto, o querido ver- manejando la tensión de tan solo intentar mantener a los críos quietos, me quedaría más tranquila durante el viaje por que sabría que la aerolínea ya tiene en cuenta que mis hijos van a romper un poco las pelotas. Y a quienes les tocara en la parte de atrás, también sabrían que existe esa posibilidad. O sea, no es que a nadie le vaya a gustar que niños ajenos le rompan las pelotas y le sacudan el asiento todo el camino, pero así son los viajes. A los que les toca pasillo, probablemente prefieran ventana, pero están avisados; a otros les toca cerca del baño, pero también saben con qué se van a enfrentar; a otros les toca el asiento de al lado de la salida de emergencia, que no se reclina, pero también están avisados; y a otros, avisados, les tocaría un asiento con la posibilidad de tener un par de pendejos atrás que van a llorar o gritar de vez en cuando.
Obviamente preferiría pasillo, o la salida de emergencia, pero cuando ya no quede posibilidad y yo quiera viajar en esa fecha, voy a tener que decir “está bien, me fumo a los pendejos y ya”, avisado. Quizás, hasta lo prevería mejor y llevaría tapones para orejas, o quizás la aerolínea, para demostrar que piensa en todo, me los regale. 
No se, probablemente lo mejor serían las cápsulas con gas para dormir y que nadie le rompa los huevos a nadie.


*para quienes el término no les es familiar aclaro que el “espacio exterior” se le llama al espacio que, por contraposición, se encuentra del otro lado de la línea que divide los espacios, enfrentándose directamente con el “espacio interior”.



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